sábado, 21 de septiembre de 2013

Aquello que he visto

Te diviso, nuevamente, con ese gesto que atraviesa mi orgullo
y enciende todo recuerdo dentro.
Escucho tu voz, incitándome a aventuras inefables y controlando
mi miedo, con un beso en la mejilla.
Y tu sonrisa, ella, mi favorita, crece y se vuelve perenne. Es como
si hubiésemos terminado algo que no queríamos, sin embargo,
nos dejó satisfechos.
No puedo expresar todo lo que me provoca tu fotografía, tus ojos,
las invisibles caricias. Y es así, hoy no puedo, o mejor dicho, no quiero,
expresar todo lo que me provocó tu vida.


jueves, 29 de agosto de 2013

Luces infinitas

Ella me escribía dormida, sobre una cama blanca, en medio de un cuarto blanco, ella me escribía dormida. Jugamos a besarnos entre montañas que nos parecían luces, infinitas. Sus gemidos me alentaban a seguir amándola, en aquella noche de la cual, ni ella ni yo, éramos conocedores. Sus caricias complementaban la rapidez de mi respiración. Tan distante, ella me escribía en medio de un sueño anhelado. Jóvenes al fin. Afuera de aquel sueño, su cuerpo se encontraba inmóvil, a la expectación de quien estuviese a su lado. Sin embargo, quería continuar viéndome, queriendo algo, lo cual no sabía del todo. La noche del lunes, fue la última vez que me besó en aquél lúcido mundo. Al despertar, se encontraba en una habitación de hospital, apenas recordando los rostros de las personas que allí se encontraban. Parecían felices, la abrazaron, a pesar de eso, ella entristeció, preguntó por aquel hombre castaño. Su esposo, ahí presente, le respondió que no había tal persona. La besó y ella volvió a cerrar los ojos, con la esperanza de volver a la felicidad.

Un espejismo

Los dos saben por dentro lo que sucede. Uno calla y el otro está apunto de vociferar. Laten y laten sus corazones, ambos se han despertado, negándose, amándose. La distancia ante sus ojos se vuelve un espejismo, ya no están separados, ahora se ven a los ojos. Nunca lo han estado, siempre han viajado hacia lo intrigante. Besándose, se niegan, se aman, se aceptan....

Nadie dijo que sería de esto.

Te he negado varias veces. Mientras hago eso, voy 
pensándote cada vez, pidiendo perdón con fantasías a tu lado.
 Realmente te amo, y no sé si sea gracia o desdicha. 
Nadie dijo que sería de esto. No vengo a decir que soy feliz, 
ya que en algunas ocasiones mentiría. A lo que vengo 
es a recordarte que te amo, y reitero, no busco atarte a mi lado

lunes, 10 de junio de 2013

Leal.

Eres tan enfermiza, persuasiva
y quimérica. Tus problemas menta-
les se guardan en tu universo
inigualable. Mientes, ríes y
finges algunas veces ser modesta.
Vanidad en cantidades limitadas,
como manchas en tu lienzo
de pared.
Hablas, sin realizar algunos
sueños; ¡oh bella dama!, y
todo lo haces siendo feliz, evocando
tu imperfección.
Sin embargo, también te amo, por la
lucidez que muestras, la pasión desbor-
dada en cada abrazo, en tus escritos
y los besos a tus amantes.
Leal, fría…leal.  Creciendo en vida,
creciendo en muerte, creciendo para ti misma.
Ahora te apartas entre las oscuridad,
para mañana, encontrarte sin importarte
alguna verdad.




martes, 14 de mayo de 2013

También ellos.



Ella avienta su cigarrillo por la ventana, en contraparte, aquél hombre le vocifera: “ten precaución”. Tanto el uno como el otro se observan bajo un foco que proyecta una limitada luz. La habitación es pequeña, pero fresca, la cama es su delirio de cada mañana, no sólo por el acto sexual; escriben, se besan, recitan poesía, escuchan sus discos favoritos, y todo sobre ella.
La dama acaricia el cabello del varón, lo siente entre sus dedos y cree saber todo de él con ese ligero contacto.Despierta, mueve su cabeza a un costado de sus piernas, él adora dormir sobre ellas, para después besarlas, rozarlas como quien se espina para sentir no sólo la flor. Malena requiere de un té y va por éste, Caleb asoma su cabeza por la ventana y suelta un suspiro.
Culminan la noche entre abrazos, teniendo esa mirada inconsciente hacia el cielo, con la esperanza de verse nuevamente al siguiente día, ardiendo de amor, con el alma feliz.

Más que un sueño.


Éramos unos niños, agitados, entre el descontrol del sueño. Recuerdo que pretendía dormir temprano para volver a jugar con él, aquél infante de cabello castaño, delgado, inclusive más que yo. Acariciábamos nuestras mejillas y reíamos por todo, ¡hasta de nuestros nombres!; adorábamos un auto de plástico que mi padre me había regalado unos meses atrás, en el jugábamos día y noche, bueno, especialmente en el día.
Nos vimos crecer, compartíamos cada vivencia y comentábamos acerca del cambio en nuestros cuerpos-en mayor parte él-, en contraste a esto, íbamos teniendo gustos distintos. Llegaron ocasiones en las que discutimos y nos distanciamos noches continuas, sin embargo, volvimos a vernos.
Conforme pasaban los años me gustaba más, ¡demasiado!, y le conté a mi madre, ella me tomó a loca-son sólo sueños, regresa a la realidad, comentó-y lo que sucedía era que sí, eran sueños, pero lo sentía tan cerca de mí, tan propio, y sabía que lo iba a encontrar. Tenía un diario de sueños y en éstos analizaba cada experiencia a su lado, me encantaba, de hecho, estaba enamorada de algo que ni siquiera había palpado en esta realidad.
Las noches que procuraba dormitar para observarlo, me eran difíciles, los sueños lúcidos ya no tenía cavidad en mi mente. Me resigné a que nunca podría encontrarlo, así que continué con mi vida, hasta que un día lo sentí más cerca, estaba dentro de un joven, con las mismas características y las mismas palabras. Éste era el primo de un amigo, residía en el norte del país. Comenzamos a conversar, y algo me decía: es él.
Después de un tiempo de incertidumbre, estaba segura de que aquél hombre de piel de luna, era mi dulce amado, pero él no estaba enterado y no quería asustarlo.
Durante todo un año nos escribimos a través de correspondencia, en cada carta olía su aroma, imaginaba sus ojos, la respuesta de mi cuerpo ante sus manos y su alma en cada beso. Pasamos de todo: tristezas, alegrías, y en especial, crecimiento. Los últimos meses ya no lo encontré entre mis sueños y eso me espantó, también dejamos de hablar y sentía el vacío más fuerte que ayer, entonces mi muerte era cercana, así lo vociferé.
Ayer, después de meses y años de palparlo entre el viento, lo vi, fue más dulce que un ave durante el primer vuelo, verdaderamente fantástico. Me tocó y fue como si la vida no tuviera momentos grises: era feliz.  Hicimos el amor y pasamos los siguientes días juntos, además de contarnos y compartirle nuestra vida en pensamientos.
Finalmente, hoy, después de años a su lado, en este mundo, me he enterado de que tendremos un hijo, y la noticia nos ha dejado anonadados. Mirándonos a los ojos y hablando de esto nos dijimos: el fruto del amor se contemplará en un ser nuevo. Después de amarnos, nos dirigimos hacia el futuro incierto, ya sin miedo.